Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

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2024-04-23 03:52

UCRANIA Y LA PRÓXIMA CUMBRE DE LA OTAN

Fecha Publicación: 17-05-2023

El pasado 12 de mayo del presente año trascendió que el Comité Militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), qué concentra a los Jefes de Estado Mayor de los Estados miembros, realizará su próxima reunión cumbre en Vilna, la capital lituana los días 11 y 12 de julio. En dicha cumbre no sólo asistirá por vez primera la delegación finlandesa como nuevo integrante de la coalición, sino que en palabras del almirante neerlandés, Rob Bauer, quién preside la presidencia del comité, en el seno de la Alianza Atlántica se “aceleran los trabajos para alumbrar una estrategia que responda a la nueva realidad geopolítica”.

Según otra fuente, se trataría de “la mayor reconfiguración desde la Guerra Fría”; es decir, la OTAN se adecuaría a los desafíos de la invasión rusa a Ucrania con sus correspondientes efectos humanitarios y económicos como a la disrupción de la República Popular de China como “competidor sistémico”, así como a la amenaza que representa el terrorismo islámico.

Sin embargo, no es la primera vez que los estrategas de la OTAN se proponen reajustar sus objetivos en función del entorno internacional cambiante, tanto en términos doctrinales como jurisdiccionales. De hecho, desde su fundación en 1949, si algo ha caracterizado a la Alianza Atlántica es su capacidad de adaptabilidad geoestratégica en función de los diversos eventos coyunturales que se fueron fraguando y que hicieron de la coalición occidental, acaso “la máquina militar más potente del mundo” cómo la llamó en 1996, Alexsandr Lébed, entonces secretario del Consejo de Seguridad ruso.

De entrada, la propia OTAN es el bloque multinacional más poderoso que surgió al calor de la Guerra Fría. No obstante, aunque la Organización del Tratado del Atlántico Norte nació el 4 de abril de 1949, cuatro meses antes de que la URSS probase su primera bomba atómica en el polígono de pruebas de Semipalátinsk y seis meses antes de que el bando comunista de Mao Zedong se impusiera victorioso sobre las fuerzas nacionalistas del general Chiang Kai-shek y nacía la República Popular de China, no fue hasta el estallido del conflicto coreano el 25 de junio de 1950 que la OTAN dejó de confiar en el mero compromiso de una asistencia armada al otro lado del Atlántico.

Convencidos de que la agresión norcoreana se trataba de una “maniobra diversionaria” orquestada por el propio Josif Stalin, en mayo de 1951, los estrategas noratlánticos rediseñaron el organigrama de la OTAN a fin de evitar que el Ejército Rojo traspasara la frontera este-alemana a través de la doctrina de la Defensa Adelantada. Para ello, sustituyeron los Grupos de Planeamiento Regional por los Comandos Supremos, el Comité de Defensa se convirtió en el Comité Militar y la Junta de Producción y Suministros Militares escaló de rango y se transformó en la Junta de Producción de la Defensa. Se establecieron los Cuarteles Supremos de las Fuerzas Aliadas de Europa (SHAPE), el equivalente a una Sala de Guerra y un Colegio de la Defensa para los oficiales de la Alianza, la École Militaire. Al igual que el Cuartel General Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas (SHAEF) durante el desembarco a Normandía en 1944, los Cuarteles Supremos coordinarían los operaciones bélicas. La OTAN no sólo incrementó el número de divisiones de 12 a 17, el general norteamericano, Dwigtht D. Eisenhower, fue investido como el primer Comandante Supremo de la Alianza Atlántica.

Si en 1949, la OTAN -a través de los artículos 5° y 6°- consagraba el principio de que el ataque a uno de sus miembros era también un ataque a la coalición sobre los territorios, departamentos ultramarinos, fuerzas de ocupación, islas, buques o aeronaves de los doce miembros fundacionales (Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos y Portugal), con la ratificación de Grecia y Turquía para ingresar a la OTAN en febrero de 1952, el teatro de operaciones de la Alianza se extendería hasta los márgenes del Mar Negro.

Posteriormente, en los años 90, la OTAN se reinventaría para hacerle frente a la desintegración yugoslava e impedir la conformación de una “Gran Serbia” en los Balcanes apelando al Derecho de Injerencia Humanitaria sin que mediase una agresión a alguno de sus miembros y estrenando sus primeros protectorados extra-zonales. Más tarde, derrocaría a los talibán en el 2001 y a Muamar el Gadafi en el 2011 al intervenir militarmente en Afganistán y Libia respectivamente, aún con un saldo incierto para sus habitantes. Con la próxima cumbre en puerta, y en pleno recrudecimiento de la contienda ruso-ucraniana, es muy probable que la jefatura noratlántica, incluso con dos nuevos aliados nórdicos que juntos comparten 1,340 km² de frontera con la Federación Rusa, aún trate de sobrellevar, tanto la implosión de la propia URSS como el fin de la era bipolar.

 

Integrante de la Unidad de Estudio Rusia-Ucrania del COMEXI. Profesor de Relaciones Internacionales de la UNAM y la Universidad Iberoamericana. Catedrático y conferencista invitado del Centro de Estudios Superiores Navales (CESNAV) y miembro del Centro de Estudios de Eurasia (CEE).

Participación en El Sol de México