Publication Date: 15-01-2020
El Sol de México
Los venezolanos en el exterior conforman una de las mayores migraciones del mundo y su impacto es creciente. La migración venezolana va más allá de Miami y de los vecinos latinoamericanos. Llega a Europa y causa solidaridad, aceptación y también rechazos.
Los primeros desplazados de Venezuela han sido integrados en América Latina con fraternidad. Las reacciones han cambiado cuando suman más de 4 millones de personas que requieren empleo, atención en salud y educación, en economías latinoamericanas de por sí frágiles. Los venezolanos no son vistos todavía como un problema de seguridad en la región mas la ONU y los organismos internacionales tienen que tomar cartas en el asunto.
La preferencia de la diáspora venezolana desde los años 90 ha sido Estados Unidos y el Estado de Florida. Al inicio, llegaron empresarios y profesionistas que marcaron sus diferencias con el régimen venezolano. Fueron bien aceptados, en parte por la buena reputación que gozaba el país, después de décadas de bonanza petrolera, pero sobre todo por contar con altos niveles de educación y prosperidad en el contexto latinoamericano.
La obra de teatro “visa por un sueño” retrata a ese emigrante venezolano de clase media que dejó una profesión de contador, abogado o médico y busca en la Unión Americana cualquier oportunidad. Los que tienen suerte ingresan a un banco o una empresa y ejercen su carrera, o en el trayecto, toman un trabajo en un hotel o un restaurante. El peregrinaje venezolano a Florida se disparó en la última década y supera hoy los 400 mil expatriados.
Sin embargo, la mayoría de los venezolanos no ha tenido los medios para llegar a Estados Unidos o a Europa. América Latina ha sido el principal destino de este éxodo que ya tiene características de una crisis humanitaria. Colombia ha recibido 1.3 millones de inmigrantes de Venezuela y Perú más de 800 mil. Cerca de 300 mil venezolanos están en Chile, más de 250 mil en Ecuador y 130 mil en Argentina, según la Organización Internacional de las Migraciones y ACNUR. México, Brasil, Costa Rica y las islas del Caribe cuentan también con más venezolanos en sus ciudades.
Octubre de 2019 fue un mes en el que las manifestaciones tomaron las calles de distintas metrópolis latinoamericanas con demandas ante la economía, la política y los recortes presupuestales. Por fortuna para los desplazados venezolanos, esas críticas se dirigieron a los gobiernos y no a los extranjeros recién llegados. Idioma, cultura común y hermandad han facilitado su presencia, mas es predecible que por su número, los venezolanos ejerzan presión en los sistemas de salud, educación y seguridad social.
Es importante prevenir que los migrantes no sean satanizados y el blanco de descontentos como pasa en otras latitudes. Según Eduardo Stein representante de ACNUR y ex vicepresidente de Guatemala “América Latina no volverá a ser la misma” y “Venezuela superaría en 2020 el fenómeno migratorio sirio” con una proyección de más de 6 millones de salidas, entre voluntarias y forzadas.
Un reto de las familias venezolanas en el exterior es integrarse a las plantas productivas y poder subsistir de manera digna. El otro desafío es evitar la xenofobia y no ser relacionados con el aumento de la delincuencia, la violencia y el narcotráfico en la región. Se ha hablado de “cerrar las fronteras” al paso de los migrantes de Venezuela. Este es un mal síntoma de la posible creación de “muros entre latinoamericanos”.
La migración venezolana, como otros desplazamientos mundiales, no puede seguirse viendo en la lupa del estado nacional, tiene dimensiones y consecuencias globales. Es por eso que la ONU, la OEA y los organismos regionales tienen que priorizar a la migración en su agenda y presupuestos. Proyectos como el Pacto Mundial para la Migración de la ONU, los acuerdos panamericanos y la solidaridad entre los pueblos tienen que pasar de las buenas intenciones a responsabilidades compartidas. La protección de las familias migrantes es una tarea inexcusable para 2020.
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