Fecha Publicación: 29-04-2025
Las personalidades de Donald Trump y López Obrador son muy similares, a pesar de las diferencias culturales e ideológicas entre ambos. Asimismo, los regímenes políticos de México y Estados Unidos eran -al menos en la teoría- muy semejantes, a pesar de las brechas históricas y de tradición políticas. Ante ello, cabe preguntarnos de dónde han venido los contrapesos políticos al autoritarismo de Trump, y de dónde provinieron y por qué no funcionaron ante el autoritarismo de López Obrador y Claudia Sheinbaum.
Los parecidos de Trump con López Obrador son significativos, y todos parten del tronco común del populismo político. Ambos son muy maniqueos, dividiendo el mundo entre buenos y malos; ambos tienen un discurso altamente polarizador, enfrentando al pueblo bueno contra las élites malas; ambos aborrecen los contrapesos institucionales, haciendo lo posible por debilitarlos y/o destruirlos; ambos son mentirosos compulsivos, con “hechos alternativos” y “otros datos”; ambos son profundos calumniadores, inventando falsedades de manera maliciosa para destruir reputaciones; ambos se rodean de familiares, porque desconfían del resto de la gente y les es imposible delegar; y ambos son extremadamente ignorantes, evidente en sus lenguajes reducidos, ideas simples e incapacidad para debatir. Recordemos: lo primero que hizo López Obrador cuando ganó Trump fue enviarle una carta, haciéndole ver sus muchas semejanzas.
López Obrador se pudo apropiar de la Suprema Corte al violar reglas no escritas, enviando ternas para ministras de la Suprema Corte con la intención de que fueran rechazadas y nombrar directamente a militantes morenistas. Los republicanos estadounidenses hicieron algo parecido, violando ciertos precedentes para nombrar a ministros de la Suprema Corte; sin embargo, no nombraron a militantes de partidos políticos. Por otra parte, López Obrador se arrogó una sobrerrepresentación del 20% para Morena y sus partidos aliados -lo cual fue posible con un sistema electoral mixto- para apropiarse del Congreso de la Unión. En Estados Unidos, un sistema uninominal puro hizo que fuera más fácil para los republicanos ganar mayorías considerables; sin embargo, la reelección consecutiva ha permitido que legisladores republicanos voten con el Partido Demócrata en el Congreso.
En México, la materia electoral está concentrada en el INE y el Tribunal Electoral, lo cual hace más eficientes nuestras elecciones, aunque más fácil de cooptación. En Estados Unidos, la materia electoral es sumamente difusa, ya que los estados se encargan de ella, por lo que las elecciones estadounidenses tienden a ser desorganizadas, aunque las instituciones son más difíciles de cooptación. Finalmente, en México las universidades han básicamente callado (¿dónde están la UNAM, el IPN, la Ibero, el ITAM, el Tec de Monterrey?), así como los grandes empresarios; sin embargo, los medios de comunicación continúan sirviendo como contrapeso, con sus claroscuros. En Estados Unidos, la universidad de Harvard ha liderado una importante resistencia pública, aunque el caso de los grandes empresarios, así como el de los medios estadounidenses, han sido parecidos al mexicano.
Los mercados han tenido y tendrán un papel relevante ante la incertidumbre derivada del autoritarismo. Pero, ¿cuál parece ser el más grande contrapeso en Estados Unidos, que ha sido omiso en México? La población: mientras que Trump pierde aprobación, Claudia Sheinbaum la gana.
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