Fecha Publicación: 12-06-2025

Recientemente, con la deportación de Greta Thunberg por el gobierno de Israel, después de que haya sido presuntamente secuestrada en aguas internacionales cuando iba en camino a Gaza para mostrar las atrocidades y las violaciones de los derechos humanos más básicos que ocurren todos los días, leí que en redes sociales que existe un gran debate sobre la activista y comentarios negativos hacia sus protestas.

En lo personal considero impactante en ver a una joven señalar con el dedo a los poderosos del mundo y decirles lo que nadie quiere oír: que vamos directo al colapso climático y seguimos actuando como si nada y que todos los días las personas en Gaza mueren de hambre o son asesinadas sin la oportunidad de levantar la voz. Greta Thunberg no es ni la primera ni la única en advertirlo, pero se ha convertido en el rostro de esa incomodidad global. No por lo que hace, sino por lo que representa: un espejo incómodo que nos recuerda que el tiempo se agota y la acción sigue siendo insuficiente.

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