Fecha Publicación: 18-09-2025
México enfrenta una crisis hídrica agravada por el cambio climático y la actividad humana, con sequías extremas y lluvias torrenciales que desencadenan inundaciones devastadoras.
En 2024, el 31% del territorio nacional sufrió sequías de moderadas a excepcionales, afectando 274 municipios y forzando la importación del 50% del maíz consumido, un impacto directo en la seguridad alimentaria. En agosto de 2025, la Ciudad de México enfrentó inundaciones históricas, con precipitaciones que rompieron récords de las últimas tres décadas, colapsando avenidas, el Aeropuerto Internacional y miles de hogares. Estas lluvias, lejos de ser una solución, se desperdician por la impermeabilización del suelo, drenajes obsoletos que mezclan aguas residuales y pluviales, y el hundimiento del terreno por la sobreexplotación de acuíferos, que distorsiona las pendientes de drenaje. Los bosques y la vegetación son aliados esenciales para combatir la desertificación, la erosión y el desperdicio de agua de lluvia.
La desertificación, impulsada por la deforestación, malas prácticas agrícolas y sobreexplotación hídrica, compromete la fertilidad del suelo, reduce la biodiversidad y limita el acceso al agua potable. En 2025, el Servicio Meteorológico Nacional reportó un aumento del 15% en la intensidad de las precipitaciones respecto al promedio de las últimas dos décadas. Sin embargo, hasta el 70% del agua de lluvia en áreas urbanas se pierde por escorrentía debido a suelos impermeables, incapaces de recargar acuíferos. En el Valle de México, la sobreexplotación de acuíferos ha generado hundimientos de hasta 40 cm por año, agravando inundaciones y reduciendo la capacidad natural de almacenamiento de agua.
La vegetación es clave para romper este ciclo. Un suelo con cubierta vegetal densa retiene hasta un 30% más de agua que uno desnudo, según estudios de la UNAM. Las raíces de los árboles estabilizan el suelo, previniendo la erosión hídrica, que desplaza millones de toneladas de suelo fértil anualmente, afectando la productividad agrícola y contaminando ríos. La reforestación no solo detiene la desertificación, sino que restaura la biodiversidad, mejora la infiltración de agua y reduce la velocidad de la escorrentía, previniendo desbordamientos y deslaves durante lluvias intensas.
México está adoptando Soluciones Basadas en la Naturaleza, integrando conocimiento tradicional y estrategias modernas. La agroecología, con prácticas como el acolchado orgánico, reduce la necesidad de riego en un 66%, conserva la humedad y evita agroquímicos que contaminan acuíferos. Los humedales construidos y barreras vegetativas filtran sedimentos y depuran contaminantes, protegiendo ecosistemas acuáticos y tierras agrícolas. En áreas urbanas, la infraestructura verde, como techos verdes y pavimentos permeables, captura hasta el 80% del agua de lluvia. En la Ciudad de México, un techo verde de 1,000 m² puede absorber 50,000 litros por evento, según la Secretaría del Medio Ambiente. Programas de la CONAFOR en Chiapas y Oaxaca han incrementado el volumen de agua en manantiales mediante reforestación masiva, demostrando el impacto positivo de restaurar ecosistemas.
La innovación tecnológica refuerza estas soluciones. El riego por goteo, implementado en el 15% de las tierras agrícolas, ahorra hasta un 80% de agua, según el INIFAP. En el Valle del Mezquital, el reúso de aguas residuales tratadas mediante ozonización irriga 90,000 hectáreas, aliviando la presión sobre acuíferos y promoviendo una economía circular. La ciencia ciudadana, involucrando a comunidades en el monitoreo de agua y suelo, permite detectar problemas como la contaminación por nitratos en tiempo real. Tecnologías emergentes, como biofiltros y materiales para estabilizar suelos, mejoran la retención de agua y la resistencia a la erosión.
México recibe 1,489 km³ de precipitación anual, pero menos del 20% se infiltra al subsuelo debido a la deforestación y urbanización, según la CONAGUA. Este volumen podría recargar acuíferos y mitigar la escasez que afecta al 40% de la población en sequías. Proteger los bosques, fomentar la reforestación masiva y combinar la sabiduría tradicional con innovaciones tecnológicas permitirá a México aprovechar sus lluvias, asegurando la seguridad hídrica y alimentaria. Con ecosistemas restaurados, comunidades comprometidas y políticas integrales, el país puede transformar el caos hídrico en un futuro sostenible.
Participación en El Sol de México